jueves, 10 de noviembre de 2016

Antología colectiva de Ilíada

Cita un fragmento de Ilíada que te parezca valioso bien por la fuerza o belleza de sus imágenes o por su poder épico. Luego de la cita, comenta las razones de tu selección en un párrafo muy conciso.

No pueden repetir fragmentos. Si alguien lo ha citado ya no tiene ningún sentido volverlo a publicar. Toda repetición se tomará como nula.

Salud.

23 comentarios:

Alejandrina dijo...

Canto XXIV
626 En diciendo esto,el veloz Aquiles levantóse y degolló una blanca oveja; sus compañeros la desollaron y prepararon bien como era debido; la descuartizaron con arte, y, cogiendo con pinchos los pedazos, los asaron cuidadosamente y los retiraron del fuego. Automedonte repartió pan en hermosas cestas, y Aquiles distribuyó la carne. Ellos alargaron la diestra a los manjares que tenían delante; y, cuando hubieron satisfecho el deseo de comer y beber, Príamo Dardánida admiró la estatura y el aspecto de Aquiles, pues el héroe parecía un dios; y, a su vez, Aquiles admiró a Príamo Dardánida, contemplando su noble rostro y escuchando sus palabras. Y, cuando se hubieron deleitado, mirándose el uno al otro, el anciano Príamo,semejante a un dios, dijo el primero:

Luego de recuperar, al fin, el cadáver de Héctor, Príamo comparte una comida con el asesino de su hijo; para Aquiles tampoco es una situacion fácil, acaba de entregar el cadáver que había jurado desfigurar en venganza de la muerte de Patroclo; pero, si momentáneamente nos centramos en el desarrollo de la comida (sin olvidar del todo lo anterior) nos encontraremos con una escena muy bien desarrollada, recordemos que los banquetes y la hospitalidad son sagrados para el pueblo griego, así que, ni la descripción de la preparación de los alimentos, que es representada como un "arte", ni la elección de personajes es casual, es Aquiles como dueño de la morada el que reparte la carne, pues solo a él le corresponde esa función, de esta manera, se puede apreciar el afán educador de las costumbres siempre presente en Ilíada. Es sin embargo, mucho más interesante el desenlace de esta cena, siendo enemigos aún, Aquiles y Príamo se "deleitan mirándose el uno al otro", es curioso el uso de la palabra "deleite", encuentran placer observándose, no se observan con odio o rencor como podría esperarse, pues recordemos una vez más la situación en que se encuentran, sino que a pesar de ello admiran en el otro las mejores cualidades, es este reconocimiento del contrario lo que le da al fragmento un giro lleno de genialidad, nos invita a inferir que la causa de que ambos se conmuevan sea el reconocimiento de lo más sublime de la humanidad en el otro.

Unknown dijo...

-"Apenas acabó de hablar, la muerte le cubrió con su manto: el alma voló de los miembros y descendió al Hades, llorando su suerte porque dejaba un cuerpo vigoroso y joven".

Ilíada - Canto XVI - "Patroclea"

En cuanto a las imágenes Homéricas, encuentro que son poseedoras de un enorme realismo que detalla cada acción que tiene lugar en la historia de manera simple pero explícita, logrando que el lector comprenda rápidamente lo que se quiere transmitir, sin necesidad de demasiadas aclaratorias o excesivas explicaciones.

Unknown dijo...

Canto VI: Coloquio de Héctor y Andrómaca
“466 Así diciendo, el esclarecido Héctor tendió los brazos a su hijo, y éste se recostó, gritando, en el seno de la nodriza de bella cintura, por el terror que el aspecto de su padre le causaba: dábanle miedo el bronce y el terrible penacho de crines de caballo, que veía ondear en lo alto del yelmo. Sonriéronse el padre amoroso y la venerada madre. Héctor se apresuró a dejar el refulgente casco en el suelo, besó y meció en sus manos al hijo amado y rogó así a Zeus y a los demás dioses:
476 «¡Zeus y demás dioses! Concededme que este hijo mío sea, como yo, ilustre entre los teucros y muy esforzado; que reine poderosamente en Ilión, que digan de él cuando vuelva de la batalla: “¡es mucho más valiente que su padre!” y que, cargado de cruentos despojos del enemigo a quien haya muerto, regocije de su madre el alma.»”
Son muchas las escenas bélicas que podemos encontrar en Ilíada; pero son pocas las que ostentan el valor humano, pues los héroes no son sólo bravos y nobles guerreros, sino también hombres: hijos, esposos y padres, que correspondería a este caso. En una época en que la línea de la acción se desplegaba en describir ricos pasajes de la guerra; era muy raro que hubiera momentos de este tipo y, por ende, es un punto en que la grandeza de Homero queda a la vista: nótese el esmero que pone en detallar el gesto de Héctor por hacerle un cariño a su hijo, la reacción natural del pequeño por el horror que la guerra inspira y como el padre se quita el casco —en ese entonces lo que lo distingue como guerrero y prescinde de ello como si lo hiciera con ese rasgo grandioso que caracteriza al héroe como un hombre fuera de lo ordinario que en comparación con el resto; pareciera que se humanizara por una ráfaga de un minuto— nada más para estrecharlo contra él, ¿quién no se conmueve después de leer estas líneas? Además de que las palabras de Héctor manifiestan lo que todo padre griego quisiera que su hijo fuera: un héroe valiente y que trajera orgullo a su linaje; que luchara por obtener el máximo areté, descollando así entre sus pares e incluso de sus propios antepasados. Más que cualquier otro valor, la valentía y el peso de la estirpe eran muy importantes para la sociedad arcaica griega.

Unknown dijo...

Canto XXII
Muerte de Hector.
"405 Así la cabeza Héctor se manchaba de polvo. La madre, al verlo, se arrancaba los cabellos; y arrojando de sí el banco velo, prorrumpió en tristísimos sollozos. El padre suspiraba lastimeramente, y alrededor de él y por la ciudad el pueblo gemía y se lamentaba. No parecía sino que la excelsa Ilión fuese desde su cumbre devorada por el fuego. Los guerreros apenas podías contener al anciano, que, excitado por el pesar, quería salir por las puertas Dardanias; y revolcándose, les suplicaba a todos llamándoles por sus respectivos nombres:"

Esta, junto a la muerte de Patroclo y otras que podría nombrar, son de las escenas mas cargadas sentimentalmente en Ilíada. (En mi opinión) Deja ver el lado sensible que está posee. Muestra, que no solo hallaremos grandes guerreros cubiertos de sangre en batallas con lustrosas armaduras; dioses que velan por las buenaventuras de unos o las desgracias de otros, grandes naves o edificaciones. Hay un carácter humanitario y sumamente sensible. Que también, además de todo lo antes nombrado, hay hogares y esposas que esperan en ellas con pequeños en brazos; padres y madres que sufren, y que se desgarran el alma por la muerte de seres querido que sucumben en la batalla.

Dela dijo...
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Dela dijo...
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Dela dijo...

473 "Ayante Telamonio tiróle un bote de lanza a Simoesio, hijo de Antemión, que se
hallaba en la flor de la juventud. Su madre habíale dado a luz a orillas del Simoente,
cuando bajó del Ida con sus padres para ver las ovejas: por esto le llamaron Simoesio.
Mas no pudo pagar a sus progenitores la crianza ni fue larga su vida, porque sucumbió
vencido por la lanza del magnánimo Ayante: acometía el troyano, cuando Ayante lo hirió
en el pecho junto a la tetilla derecha, y la broncínea punta salió por la espalda. Cayó el
guerrero en el polvo como el terso álamo nacido en la orilla de una espaciosa laguna y
coronado de ramas que corta el carrero con el hierro reluciente, para hacer las pinas de un
hermoso carro, dejando que el tronco se seque en la ribera; de igual modo, Ayante, del
linaje de Zeus despojó a Simoesio Antémida"

Voraz y feroz muerte que se apoderó y adueño de la cuidad de Troya. la muerte es la única ganadora en cualquier batalla, arrebata vidas, cohíbe futuro y desprende tragedia. La muerte es tan necesaria como la vida. La muerte puede implicar en primer lugar el comienzo de la tragedia, pero no para el "muerto" sino para quienes los rodean, pero; también puede ser la culminación de ella. Simoesio, protector de Troya, acaece una muerte por parte del Aqueo Ayante, una de las tantas escenas épicas que conllevan a la tragedia. En mi noción (Noción de Dayana Ferrer) la imagen proporciona es el vinculo sentimental que se apodera de la mente, la reflexión sobre los sucesos trágicos y la manera en que le ocurren a cualquiera, no importa la juventud o lo gran "héroe" que seas, la tragedia desde el punto de vista griego, debe suceder, debe estar presente, la gloria y areté en su punto máximo implica la muerte.

Gisselle Rodriguez dijo...

Canto XVIII
Fabricación de las armas.

"22 Así dijo; y negra nube de pesar envolvió a Aquiles. El héroe cogió ceniza con ambas manos y derramándola sobre su cabeza, afeó el gracioso rostro y manchó la divina túnica; después se tendió en el polvo, ocupando un gran espacio, y con las manos se arrancaba los cabellos. Las esclavas de Aquiles y Patroclo cautivaran, saliendo afligidas; y dando agudos gritos, rodearon a Aquiles; todas se golpeaban el pecho y sentían des fallecer sus miembros."

Esta imagen nos muestra la desesperación que se siente al perder un ser querido. La reacción de Aquiles por la muerte de Patroclo nos hace observar que hasta el héroe más bravo de todos tiene un lado humano, al igual que todos. El fuerte sentimentalismo que poseen estás imágenes impactan al lector, y esto es lo que hace que la Ilíada sea un libro que haya perdurado a través de los años.

Unknown dijo...

CANTO VI
COLOQUIO DE HÉCTOR Y ANDRÓMACA
123—[Diomedes a Glauco]"¿Cuál eres tú, guerrero valentísimo, de los mortales hombres? Jamás te vi en las batallas, donde los varones adquieren gloria, pero al presente a todos los vences en audacia cuando te atreves a esperar mi fornida lanza. ¡Infelices de aquellos cuyos hijos se oponen a mi furor! Mas si fueses inmortal y hubieses descendido del cielo, no quisiera yo luchar con dioses celestiales.
144-Respondióle el preclaro hijo de Hipóloco:
145[Glauco a Diomedes]—¡Magnánimo Tidida! Por qué me interrogas sobre el abolengo? Cual la generación de las hojas, así la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el suelo y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una generación humana nace y otra perece. Pero ya que deseas saberlo, te diré cuál es mi linaje, de muchos conocido.
212-Así dijo. Alegróse Diomedes, valiente en el combate; y clavando la pica en el almo suelo, respondió con cariñosas palabras al pastor de los hombres:
215—Pues eres mi antiguo huésped paterno, porque el divino Eneo hospedó en su palacio al eximio Belerofonte, le tuvo consigo veinte días y ambos se obsequiaron con magníficos presentes de hospitalidad. Eneo dio un vistoso tahalí teñido de púrpura, y Belerofonte una copa doble de oro, que en mi casa quedó cuando me vine. A Tideo no lo recuerdo; dejóme muy niño al salir para Tebas donde pereció el ejército aqueo. Soy por consiguiente, tu caro huésped en el centro de Argos, y tu lo serás mío en la Licia cuando vaya a tu pueblo. En adelante no nos acometamos con la lanza por entre la turba."
Estos fragmentos me llaman la atención ya que se denota claramente, que la hospitalidad era una obligación habitual dentro del mundo griego, era algo sagrado, tanto, que como se observa en los párrafos anteriores, en una batalla son capaces de dejar de combatir por honrar esos valores que se les infringieron. Se puede muy bien apreciar que las costumbres siempre están presente en Ilíada; la hospitalidad para los griegos llega a ser un deber moral que tiene todo un trasfondo, al hospedar a un forastero, amigo o incluso a un extranjero, este se convertía ya en amigo de la familia, un amigo al que se le debía respeto, y esto se observa cuando Glauco y Diomedes en plena batalla intercambian armas, por respeto a sus familias ellos solo decidieron estrecharse la mano.

Oscar dijo...

<>“¿Por qué has venido, hija del dios que lleva la égida? ¿Es para presenciar
las injurias de Agamenón, hijo de Atreo? Pues te diré lo que pasará a mi juicio:
que perderá bien pronto la vida por sus insolencias”.

>>A su vez le respondió Atenea, la diosa de ojos brillantes:

>>“He venido del cielo para contener tu cólera, si me obedeces: he sido
enviada por Hera, la diosa de níveos brazos, que os ama y os atiende por igual.
Pero, vamos, cesa en la contienda, y no empuñes la espada, aunque le dirijas de
palabra algún insulto, sea el que fuere. Añadiré lo siguiente que ha de cumplirse:
algún día se te ofrecerán dones tres veces más brillantes, a causa de esta injuria;
ahora reprímete y obedéceme”.

>>En respuesta le dijo Aquiles, el de los pies ligeros:

>>“Diosa, vuestros mandatos deben cumplirse, aunque yo tenga el ánimo
irritado; ¡así conviene! el que obedece a los dioses es más atendido por ellos”>>.

De acuerdo con las lecturas que se han hecho a lo largo del curso, resulta acertado afirmar que la cultura griega en la Época Arcaica (y esto es muy visible en el trabajo de los homéridas) no existía una noción clara y definida de interioridad. Pocas veces en Ilíada el héroe actúa basándose en decisiones unilaterales, o al menos de libre albedrío; porque descubrimos, como indicaba Octavio Paz en El arco y la lira, que el destino y la libertad en el pensamiento arcaico eran dos caras de la misma moneda. Así, para explicar muchas veces lo que siente el héroe, el poeta le describe hablándole a su thymós (que se pierde en la traducción) o, en casos muy puntuales, teniendo una relación íntima con un dios: solo el héroe le ve, solo el héroe advierte su presencia y, por tanto, solo quien escucha el poema conoce las razones tras las acciones que toma el héroe. Y esto es de vital importancia para entender esta imagen. Aristóteles decía que la soberbia es el atributo heroico que los reune todos; puesto que si un héroe posee todos los rasgos primordiales que el modelo prototípico propone, es lógico que esta cualidad se ciña a la totalidad del ser. Siendo Aquiles la representación máxima del más alto grado de areté humano, es natural que sus acciones se vean envueltas por esa sombra omnipresente de soberbia heroica una vez ultrajado. No obstante su cólera, se abstiene. Una Atenea propia, suya, le habla para detenerle porque él mismo sabe, racionalmente en su interior, que es insensato cometer tal locura: ya en Troya, luego de diez años, matar en asamblea al rey primus inter paris tras el cual todos decidieron alinearse en batalla. Su interioridad sale a flote transmutada en diosa. Lo sorprendente de Ilíada es que logra, siendo un texto fundacional, mostrarnos el lado humano a través del ámbito divino. Y más que eso: la forma en que los poetas homéricos estructuran este pasaje es maravillosa, afán didáctico puro. Se debe cumplir la voluntad de los dioses. Estás en tu derecho de no hacerlo (cumpliendo así un destino preconfigurado) pero es más provechoso siempre para el hombre, porque los próvidos dioses recompensan el fervor, el culto y la obediencia. Logra así Ilíada articular imágenes y preceptos sociales, resultando en una tremenda fuerza poética elocutiva, sin precedentes en textos fundacionales de ninguna otra cultura.

Unknown dijo...

Canto XXIV
RESCATE DEL CUERPO DE HECTOR

‘’Acuérdate de tu padre, Aquiles, semejante a los dioses, que tiene la misma edad que yo y ha llegado al funesto umbral de la vejez. Quizá los vecinos circunstantes le oprimen y no hay quien te salve del infortunio y de la ruina; pero al menos aquél, sabiendo que tú vives, se alegra en su corazón y espera de día en día que ha de ver a su hijo, llegado de Troya. Mas yo, desdichadísimo, después que engendré hijos excelentes en la espaciosa Troya, puedo decir que de ellos ninguno me queda. Cincuenta tenía cuando vinieron los aqueos: diez y nueve procedían de un solo vientre; a los restantes diferentes mujeres los dieron a luz en el palacio. A los más el furibundo Ares les quebró las rodillas; y el que era único para mí, pues defendía la ciudad y sus habitantes, a ése tú to mataste poco ha, mientras combatía por la patria, a Héctor, por quien vengo ahora a las naves de los aqueos, a fin de redimirlo de ti, y traigo un inmenso rescate. Pero, respeta a los dioses, Aquiles, y apiádate de mí, acordándote de to padre; que yo soy todavía más digno de piedad, puesto que me atreví a lo que ningún otro mortal de la tierra: a llevar a mi boca la mano del hombre matador de mis hijos. ’’

Percibimos la imagen de un padre desesperado y desolado por el cuerpo de su hijo, como pide clemencia. Se compara con su padre para que asi Aquiles pudiera ponerse en su lugar por un momento y entender aquel fuerte dolor de perder a un hijo. Es un pequeño fragmento de la Ilíada que logra captar la atención del lector, ya que no suelen suceder pequeños acontecimientos tan sentimentales como este hermoso hecho de ignorar por un momento las disputas que existían entre ambos bandos, e ir en busca del cuerpo de su hijo que es mucho más importante que aquella guerra.

Ray dijo...

Canto XXII
Muerte de Héctor

224 Así habló Atenea. Aquiles obedeció, con el corazón alegre, y se detuvo en seguida, apoyándose en el arrimo de la pica de asta de fresno y broncínea punta. La diosa dejóle y fue a encontrar al divino Héctor. Y tomando la figura y la voz infatigable de Deífobo, llegóse al héroe y pronunció estas aladas palabras:


229 -¡Mi buen hermano! Mucho te estrecha el veloz Aquiles, persiguiéndote con ligero pie alrededor de la ciudad de Príamo. Ea, detengámonos y rechacemos su ataque.


232 Respondióle el gran Héctor, de tremolante casco:


233 -¡Deífobo! Siempre has sido para mí el hermano predilecto entre cuantos somos hijos de Hécuba y de Príamo, pero desde ahora hago cuenta de tenerte en mayor aprecio, porque al verme con tus ojos osaste salir del muro y los demás han permanecido dentro.


238 Contestó Atenea, la diosa de ojos de lechuza:


239 -¡Mi buen hermano! El padre, la venerable madre y los amigos abrazábanme las rodillas y me suplicaban que me quedara con ellos -¡de tal modo tiemblan todos!-, pero mi ánimo se sentía atormentado por grave pesar. Ahora peleemos con brío y sin dar reposo a la pica, para que veamos si Aquiles nos mata y se lleva nuestros sangrientos despojos a las cóncavas naves, o sucumbe vencido por to lanza.


246 Así diciendo, Atenea, para engañarlo, empezó a caminar. Cuando ambos guerreros se hallaron frente a frente, dijo el primero el gran Héctor, el de tremolante casco:


250 -No huiré más de ti, oh hijo de Peleo, como hasta ahora. Tres veces di la vuelta, huyendo, en torno de la gran ciudad de Príamo, sin atreverme nunca a esperar tu acometida. Mas ya mi ánimo me impele a afrontarte, ora te mate, ora me mates tú. Ea, pongamos a los dioses por testigos, que serán los mejores y los que más cuidarán de que se cumplan nuestros pactos: Yo no te insultaré cruelmente, si Zeus me concede la victoria y logro quitarte la vida; pues tan luego como te haya despojado de las magníficas armas, oh Aquiles, entregaré el cadáver a los aqueos. Pórtate tú conmigo de la misma manera.

Al hablar acerca del poder épico, los dioses se cuelan en nuestras líneas. No deberíamos vivir pensando en historias alternas, pero, ¿qué tal si no hubiese intervenido Atenea en esos versos? Probablemente de igual manera hubiese muerto Héctor, era el destino, su destino; pero tal vez hubiese sido una muerte menos épica. Tras dicha intervención es donde se encuentra subyacente la épica y sus manifiestos, la moira es inalterable y no puede ser modificada ni por los mismísimos dioses, pero aún así ellos -los dioses- son seres que deben jugar un papel fundamental en la historia. Decir que sin los dioses la historia fuera otra sería contradecir el hecho de que el destino es independiente de los dioses, pero si es más que necesario decir que sería una historia no-épica si no estuviera allí presente tal Deífobo, la diosa de las claras pupilas: Atenea.

Unknown dijo...

CANTO XVIII. Fabricación de las armas.

"¡Madre mía! El Olímpico, efectivamente, lo ha cumplido; pero ¿qué placer puede producirme, habiendo muerto Patroclo, el fiel amigo a quien apreciaba sobre todos los compañeros y tanto como a mi propia cabeza? Lo he perdido, y Héctor, después de matarlo, le despojó de las armas prodigiosas, encanto de la vista, magníficas, que los dioses regalaron a Peleo, como espléndido presente, el día en que lo colocaron en el tálamo de un hombre mortal..." "Mas no sucedió así, para que sea inmenso el dolor de tu alma cuando muera tu hijo, a quien ya no recibirás vuelto a la patria, pues mi ánimo no me incita a vivir, ni a permanecer entre los hombres, si Héctor no pierde la vida, atravesado por mi lanza, recibiendo de este modo la condigna pena por la muerte de Patroclo Menecíada" (Homero. "Fabricación de las armas, Canto XVIII. Ilíada).

"Muera yo en el acto, ya que no pude socorrer al amigo cuando lo mataron: ha perecido lejos de su país y sin tenerme al lado para que le librara de la desgracia. Ahora, puesto que no he de volver a la patria tierra, ni he salvado a Patroclo ni a los muchos amigos que murieron a manos del divino Héctor, permanezco en las naves cual inútil peso de la tierra, siendo tal en la batalla como ninguno de los aqueos, de broncíneas corazas, pues en el ágora otros me superan". "Iré a buscar al matador del amigo querido, a Héctor; y yo recibiré la muerte cuando lo dispongan Zeus y los demás dioses inmortales". (Homero. "Fabricación de las armas, Canto XVIII. Ilíada).

En estos fragmentos se logra apreciar un sentimiento de nobleza en nuestro gran modelo de héroe, Aquiles, al demostrar con tanto ímpetu la amistad que siente por su mejor amigo, Patroclo, además del sentimiento de impotencia que padece por el hecho de que no pudo hacer nada para salvar a su compañero. Considero que estas escenas tienen bastante fuerza y valor, debido al sentimiento sincero que expresa nuestro héroe y que transmite a su vez al lector.

Unknown dijo...
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Unknown dijo...

CANTO VIII
Batalla interrumpida
309 Teucro armó nuevamente el arco, envió otra saeta a Héctor, con ánimo de herirlo, y también erró el tiro, por haberlo desviado Apolo; pero hirió en el pecho cerca de la tetilla a Arqueptólemo, osado auriga de Héctor, cuando se lanzaba a la pelea. Arqueptólemo cayó del carro, cejaron los corceles de pies ligeros, y allí terminaron la vida y el valor del guerrero.
En este fragmento podemos observar tanto la intervención divina como la muerte. Hoy en día al leer este fragmento muchas personas dirían que es imposible que un dios lo haya ayudado o que solo tuvo un poco de “suerte” Hector, pero para los griegos la suerte no existía, todo era obra de los dioses, lo que nosotros hoy en día llamamos suerte para los griegos era la intervención de algún dios. Todo lo que pasaba a su alrededor, inclusive cuando mostraban un carácter que no era propio o cometer un error, era gracias, o culpa, de los dioses. Si no hubiera esa intervención divina o sobrenatural no sería una épica, ya que es una de sus características, y además, solo sería una batalla sangrienta que no mostraría nada acerca de la cultura del pueblo, en este caso el pueblo griego. También observamos la muerte de Arqueptólemo y la descripción: “pero hirió en el pecho cerca de la tetilla a Arqueptólemo […] cayó del carro, cejaron los corceles de pies ligeros, y allí terminaron la vida y el valor del guerrero” Arqueptólemo muere sin poder hacer nada, porque ese era su destino; aunque es una muerte simple (aunque hermosa para los griegos porque fue en combate), a comparación de otras muertes en toda Ilíada, no deja de impresionarnos y de dejarnos claro lo rápido y fácil que se puede perder la vida.

Unknown dijo...

CANTO IX.
EMBAJADA A AQUILEO. SUPLICAS

1 Así los teucros guardaban el campo. De los aqueos habíase enseñoreado la ingente Fuga, compañera del glacial Terror, y los más valientes estaban agobiados por insufrible pesar. Como conmueven el ponto, en peces abundante, los vientos Bóreas y Céfiro, soplando de improviso desde la Tracia, y las negruzcas olas de levantan y arrojan a la orilla muchas algas; de igual modo les palpitaba a los aquivos el corazón en el pecho.

9 El Atrida, en gran dolor sumido el corazón, iba de un lado para otro y mandaba a los heraldos de voz sonora que convocaran a junta, nominalmente y en voz baja, a todos los capitanes, y también él los iba llamando y trabajaba con los demás diligentes. Los guerreros acudieron afligidos. Levantóse Agamenon, llorando, como fuente profunda que desde el altísimo peñasco deja caer sus aguas sombrías; y despidiendo hondos suspiros, habló a los argivos:

17 "!Amigos, capitanes y príncipes de los argivos! En grave infortunio envolvióme Zeus. !Cruel! Me prometió y aseguró que no me iría sin destruir la bien murada Ilión y todo ha sido funesto engaño; pues ahora me manda regresar a Argos, sin gloria, después de haber perdido tantos hombres. Así debe ser grato al prepotente Zeus, que ha destruido las fortalezas de muchas ciudades y aún destruirá otras, porque su poder es inmenso. Ea, obremos todos como voy a decir: Huyamos en las naves a nuestra patria, pues ya no tomaremos a Troya, la de anchas calles".

Aquí se hace visible el carácter problemático en el que Aquiles deja de luchar y toma un camino de alejamiento , de distancia y pues los aqueos se ven abocados a la muerte (el muro que han construido no les salvará), sin Aquiles jamás tomarán Troya. Los aqueos han quedado sin recurso alguno y deciden buscar un "nuevo plan" para que Aquiles vuelva a las luchas, ya que, es una figura esencial ; aunque este no logre ni conduzca a nada , el tema y el punto de partida de este poema es la "cólera de Aquiles".

Maga dijo...
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Maga dijo...

CANTO VI:COLOQUIO DE HECTOR Y ANDRÓMACA.

441. HÉCTOR:《Esta fue la esposa de hector el guerrero que más se señalaba entre los teucros, domadores de caballos, cuando en torno de ilión peleaban》 así dirán, y sentirás un nuevo pesar al verte sin el hombre que pudiera librarte de la esclavitud. Pero ojalá un montón de tierra cubra mi cadáver, antes que oiga tus clamores o presencie tu rapto"

El héroe se aceptando el hecho de su pronta muerte, se aferra a sh ideal, pues tiene un propósito: defender a la ciudad de ilión y a su familia y si no lo logra; alcanzar la hermosa muerte en la batalla.
La bella muerte sólo puede ser concebida al aceptar su destino como su verdad.
Hector, sabe que morirá y el aedo al cantar predice el futuro rapto de la hermosa Andrómaca.
Aún a sabiendas, no deja de pensar en la posibilidad de salvar a su familia de la barbarie.
La mujer del gran héroe representa un "gran botín", aun siendo viuda se comentará: "esta fue la esposa de Hector, el guerrero que más se señalaba entre los teucros" y se distinguirá entre las esclavas y las mujeres por haber tenido tal lugar.
Hector, el héroe, prefiere morir antes de presenciar el rapto de la mejor parte de su botín: (su mujer) Andrómaca. Parece querer enfrentarse a su destino, y de no ser así, preferiría la muerte antes de presenciar semejante evento cual catástrofe ¿no fue así como se sintió Aquiles al ser despojado de Criseida, de su botín?
Esto representa para el héroe un motivo de lucha, un motivo de guerra. El dolor de ésta pérdida es suficiente para enfrentarse a la mismísima muerte.

Por consigueinte, la nobleza y el arete del héroe se forma y mantiene por la manera en la que se enfrenta a su destino. Aún conociendolo, el héroe se entrega a él con tanto fervor como si se tratase de un encuentro pasional.
El dolor de su verdad es el motor de su valentía.
Y la búsqueda de esa bella muerte parece incitarlo a enfretarse a las vicisitudes de su dedtino en la batalla.
Quizás esa guerra interna entre el dolor y la cercanía de su fatal porvenir, le hace creer que puede enfrentarse a todo con el favor de los dioses o no.
De igual manera, ninguna verdad tan honorable como haber aceptado al destino y haber

Unknown dijo...

Canto V: Principalía de Diomedes

318 “(…) Tan pronto como llegó a alcanzarla por entre la multitud, el hijo del magnánimo Tideo, calando la afilada pica, rasguñó la tierna mano de la diosa: la punta atravesó el peplo divino, obra de las mismas Gracias, y rompió la piel de la palma. Brotó la sangre divina, o por mejor decir, el icor; que tal es lo que tienen los bienaventurados dioses, pues no comen pan ni beben el negro vino, y por esto carecen de sangre y son llamados inmortales. (…) Y Diomedes, valiente en el combate, dijo a voz en cuello:
348 -¡Hija de Zeus, retírate del combate y la pelea! ¿No te basta engañar a las débiles mujeres? Creo que si intervienes en la batalla te dará horror la guerra, aunque te encuentres a gran distancia de donde la haya.
352 Así dijo. La diosa retrocedió turbada y muy afligida; Iris, de pies veloces como el viento, asiéndola por la mano, la sacó del tumulto cuando ya el dolor la abrumaba y el hermoso cutis se ennegrecía (…)”

Al leer Ilíada es fácil darse cuenta que Diomedes no es particularmente uno de los personajes más destacados en todo el poema, incluso me atrevería a decir que apenas y es recordado cuando se habla sobre esta famosa obra de Homero. No obstante, a pesar del poco protagonismo que se le pueda dar a su figura heroica, la cita acabada de mencionar demuestra con fuerza uno de los momentos —entre muchos que posee el poema— más importantes. Ningún otro personaje pudo distinguir qué combatientes eran mortales y cuáles eran dioses camuflados como tales; tan solo Diomedes, quien a pesar de haber recibido este poder de parte de Atenea, pudo cometer dicho acto. ¿Que el mismo puede ser considerado sacrílego? Sí, es cierto; sin embargo, la fuerza de la imagen que entraña este acontecimiento, supera cualquiera de las expectativas que puedan tenerse. Sin importarle las consecuencias que pudo traerle el lastimar a una diosa como Afrodita, Diomedes persigue con furia sus ideales y no se deja intimidar ni siquiera por el mismísimo Apolo. Un héroe temple e inteligente que merece la pena ser recordado por tan magnifica escena, una de las cuales permaneció grabada en mi memoria apenas la hube leído.

Miguel Estrada dijo...

"Combatid con firmeza cerca de las naves, y si cae herido o muerto alguno de vosotros, no os apene, porque es dulce morir en defensa de la patria, y el que sucumba salvará además a su mujer, a sus hijos y a su patrimonio todo cuando los aqueos retornen a sus naves la querida tierra de sus mayores." (Homero La Ilíada Canto XV)

En la anterior cita podemos encontrarnos con el carácter didáctico como épica. El fragmento nos refleja la belleza que se encuentra en la muerte en batalla y la importancia del arete en el espíritu heroico de los hombres de la Grecia primitiva. Sin embargo, es curioso pensar que esas palabras no son dichas por Aquiles, Agamenón, Menelao o cualquier otro aqueo; al contrario, son partes del discurso del príncipe Héctor. He allí la hermosura de la épica Griega. Sabemos que Troya caerá, que Héctor va a morir. A pesar de ello, La Ilíada no nos ofrece un paraíso utópico donde los protagonistas terminarán con un final feliz, que Héctor verá a su hijo convertirse en hombre y honrar a su hogar. La felicidad parece ser un tema sin importancia para Homero, sus personajes solo aspiran es gloria, honor, ser reconocidos por sus iguales. Y esta gloría solo puede alcanzar su más alta expresión con la muerte en batalla y la inmortalización que se obtiene con ella.

Ghiaccio DJ. dijo...

Versión muy resumida del canto X: Dolonia.

">> Tranquilízate y no pienses en la muerte. Ea, habla y dime con sinceridad: ¿Adónde ibas solo, separado de tu ejército y derechamente hacia las naves, en esta noche obscura, mientras duermen los demás mortales? ¿Acaso a despojar a algún cadáver? ¿Por ventura Héctor te envió como espía a las cóncavas naves? ¿O te dejaste llevar por los impulsos de tu corazón?
Contestó Dolón, a quien le temblaban las carnes:
>> Héctor me hizo salir fuera de juicio con muchas y perniciosas promesas: accedió a darme los solípedos corceles y el carro con adornos de bronce del eximio Pelión, para que, acercándome durante la rápida y obscura noche a los enemigos, averiguase si las veleras naves son guardadas todavía, o los aqueos, vencidos por nuestras manos, piensan en la fuga y no quieren velar porque el cansancio abrumador los rinde.
(...)
Mirándolo con torva faz, le replicó el fuerte Diomedes:
>> No esperes escapar de ésta, Dolón, aunque tus noticias son importantes, pues has caído en nuestras manos. Si te dejásemos libre o consintiéramos en el rescate, vendrías de nuevo a las veleras naves de los aqueos a espiar o a combatir contra nosotros; y, si por mi mano pierdes la vida, no serás en adelante una plaga para los argivos.
Dijo; y Dolón iba, como suplicante, a tocarle la barba con su robusta mano, cuando Diomedes, de un tajo en medio del cuello, le rompió ambos tendones; y la cabeza cayó en el polvo, mientras el troyano hablaba todavía."


Ulises, Héctor y Diomedes son algunos de los héroes que aparecen en el canto antes mencionado, inolvidables, pero, ¿qué hay de Dolón? Posee un canto que protagoniza, mas sólo para recordarnos una verdad griega: El hombre común no tiene dentro de sí un lugar para la areté. Algo muy lógico para algunos lectores, la grandeza de los héroes, dejando de lado su ascendencia divina, es que son simples mortales -o semidioses, en el caso de Aquiles- cuyas acciones los elevan a un plano casi divino. Los héroes poseían honor, lo que los hacía figuras "Olímpicas" para el pueblo, alcanzaban la inmortalidad gracias a su fama y sus hazañas.
Queremos ser como Aquiles, o como Héctor; pero, no notamos que Dolón junto a los soldados anónimos son los verdaderos personajes que plasman al hombre contemporáneo. La épica muestra un aspecto desolador para el hombre: si se intenta buscar areté, puede que se termine encontrando la desgracia. Héroes son los nobles, los poderosos, los de familia inmortal cuya fama se canta hasta en el Olimpo, no los hombres sin historia. ¿Por qué apuntar a poseer areté es un error? Porque si el exceso para el héroe genera un desequilibrio cósmico, así mismo, la búsqueda de gloria para un hombre sin fama aparece como una herida en el universo. No debe ser así. No todos pueden ser héroes, y solo perduraran sus nombres para demostrar que no toda muerte en batalla es bella.
Cobarde, quizá sea la palabra que muchos usen para hablar de Dolón. Pero es sólo un hombre, como nosotros, le teme a la muerte. Cree que aún atrapado por el enemigo podría generar compasión a través del ruego, y es justo en este punto cuando encuentra la muerte, nos es fácil desde esta perspectiva sentir su herida, por decirlo de alguna forma. Los héroes están en el punto más alto de la humanidad, sí, y no nos olvidemos que a pesar de existir el principio "primus inter pares", areté es lo que gobierna el mundo griego. Sin areté -algo inherente a la vida, incluso los caballos y los perros la poseen- ¿acaso se es digno de piedad? El único error de Dolón fue buscar una gloria inmediata. Ser parte de unos hilos manejados por los dioses.

alesthea dijo...

CANTO XI* Principalía de Agamenón

531 “Azotó con el sonoro látigo a los caballos de hermosas crines. Sintieron éstos el golpe y arrastraron velozmente por entre troyanos y aqueos el veloz carro, pisando cadáveres y escudos; el eje tenía la parte inferior cubierta de sangre y los barandales estaban salpicados de sanguinolentas gotas que los cascos de los corceles y las llantas de las ruedas despedían. Héctor, deseoso de penetrar y deshacer aquel grupo de hombres, promovía gran tumulto entre los dánaos.”

Poderosa imagen, propia del carácter bélico de La Iliada, el héroe recorriendo en su carruaje un sendero marcado por la muerte, por la sangre. Los cascos de los corceles abriéndose paso entre los frescos cadáveres, bien sea antiguos compañeros de lucha o antiguos enemigos de su patria, ahora tan solo cuerpos inertes, residuos de lo que momentos atrás fueron guerreros como el propio Hector, ahora convertidos en lo que pronto él habría de ser: una víctima más de esa guerra infausta que, en nombre de una mujer “raptada”, ocasionó tantas muertes para ambos bandos.

Unknown dijo...

"Con gran furia Patroclo atacó a los troyanos; tres veces se lanzó sobre ellos lo mismo que el rápido Ares con atroz gritería, y tres veces mató a nueve hombres. Pero cuando, lo mismo que un dios, nuevamente atacaste, ¡oh Patroclo!, se vio claramente el final de tu vida: porque Febo a tu encuentro salió en el terrible combate furibundo."
-Muerte de Patroclo, Canto XVI

Recuerdo haber leído, en un artículo cuya ubicación no puedo recordar, que, más allá de la muerte como tema importante de Ilíada, Homero nos da breves biografías de cada personaje, momentos antes de su muerte, para demostrarnos un aspecto más profundo: toda vida ha sucedido, toda vida es importante, y toda vida, al acabar, es una pérdida.
La muerte de Patroclo, como ya se sabe, es un momento crucial en la historia de Aquiles; un antes y un después. Es una prueba más de la importancia de la vida, y del efecto de la pérdida, que Homero genera, muy sutilmente, en su obra, pues es un momento de dolor, y a la vez de crecimiento, en el personaje del Pélida.
Pero, ¿por qué este fragmento en particular? ¿Por qué no la propia muerte de Patroclo, o el luto de Aquiles en su nombre? ¿Qué llama la atención en esta escena? Sencillamente, el hecho de que está escrita en segunda persona. No es un evento que el narrador nos cuenta desde arriba, omnisciente y separado de la historia, ni es un momento pasado que él haya presenciado y luego nos relate; es un presente en el que se está presente, un aquí y un ahora en el que, al leer la obra, hablamos con Patroclo, y, por ese único momento, comprendemos realmente el peso de su muerte y sentimos angustia y el deseo de evitarlo. Es este momento el que nos conecta más con el personaje de Patroclo, y es gracias a este momento que podemos percibir, hasta cierto punto, la magnitud de la cólera de Aquiles cuando descubre que su vida términa.